Lavapiés ¿a debate? - 27 de octubre

Lavapiés ¿a debate? – 27 de octubre

Domingo, 27 de octubre de 2019 – Los medios de comunicación hablan de «droga, narcopisos, robos expres, reyertas callejeras y caos en Lavapiés». La supuesta inseguridad en el barrio que narran los medios más conservadores es la antesala de un nuevo dispositivo securitario cuya presencia ya notamos: un «plan de choque municipal» que despliega policías antidisturbios por las calles y plazas más concurridas de Lavapiés. No es algo nuevo: Lavapiés viene funcionando en los últimos 20 años como laboratorio de ensayo de medidas policiales que posteriormente se extenderán a otros puntos de la ciudad. Redadas racistas desde la primera década de los 2000, vídeovigilancia desde 2009, Plan de Seguridad en 2012, intento frustrado de policía comunitaria en 2016… Lavapiés es concebido constantemente como un espacio de riesgo que debe ser controlado.

Esta necesidad de control no tiene nada que ver con la inseguridad real: en Lavapiés pasan cosas, pero como reconocen los propios datos policiales, no más que en el resto del distrito Centro y no de forma tan exagerada respecto del resto de Madrid. Más bien, la securitización de Lavapiés tiene que ver con otros asuntos: para los poderes económicos, políticos y mediáticos de la ciudad, Lavapiés es un espacio hostil, en el que la mayor parte de la población no compra su modelo de ciudad individualista, consumista y basado en el negocio. Lavapiés, al igual que barrios como Puente de Vallecas o Tetuán, o Barcelona a nivel de ciudad, es señalado como un espacio inseguro porque representa formas distintas de pensar y de vivir, espacios donde esos poderes no cuentan con la hegemonía cultural y con suficiente apoyo político. Nuestro barrio vive además un intenso proceso de gentrificación acelerado por la turistización y el despliegue policial es también una forma de apoyar a los especuladores en el trabajo de expulsión de las personas no deseadas.

La visible presencia policial no busca atajar la delincuencia: la policía no está donde se cometen los delitos y sin embargo sí está donde no se cometen. Lo que busca este plan de choque, como todos los anteriores dispositivos de seguridad en Lavapiés, es dar la impresión subjetiva de que se hace algo frente a los «terribles problemas de inseguridad» en el barrio. Se trata de medidas dirigidas a la tranquilidad del turista, del inversor y del votante, pero son completamente inútiles para afrontar los verdaderos problemas del barrio: La subida espectacular de los alquileres que acaba por expulsar a buena parte del vecindario, la proliferación de las casas de apuestas como alternativa de ocio, el problema de los chinches para el que no se toma ninguna medida, la negación de la sanidad pública para una buena parte del barrio o el racismo institucional que sufren nuestras vecinas y vecinos son los problemas que sentimos de manera cotidiana y en los cuales la policía no tiene nada que hacer más allá de criminalizar a quienes más los sufren.

No habrá seguridad en nuestro barrio hasta que no se aborden nuestros verdaderos problemas. Mientras tanto, nuestra mejor fuente de confianza son nuestras vecinas y vecinos: desde hace décadas, Lavapiés se caracteriza por sus redes comunitarias, por sus vínculos entre diferentes, por su creatividad reivindicativa y por su inteligencia colectiva para superar las dificultades que nos vienen dadas. Cualquier medida encaminada a mejorar el barrio tendrá que partir de las redes de la convivencia creadas por abajo entre vecinas y vecinos. La policía no puede darnos la seguridad que necesitamos, es decir, la seguridad basada en la protección de la vivienda, la sanidad y los derechos laborales y ciudadanos, y la seguridad basada en el apoyo mutuo entre vecinas y vecinos.

MEDIDAS SOCIALES Y NO POLICIALES PARA LAVAPIÉS