Existe un mundo mejor: los casos de Riace y Artea

Riace es un pueblo de cerca de 2.000 habitantes, situado en Calabria, Italia. Durante la segunda mitad del siglo XX, sus vecinos emigraron en busca de oportunidades al extranjero o al norte de Italia, por lo que en los últimos años el pueblo se encontraba al borde de la desaparición.

En 2004, su alcalde Domenico Lucano decidió abrir el pueblo a la inmigración. El Ayuntamiento cedió decenas de casas abandonadas a los nuevos inquilinos, exentos de pagar el alquiler. Se calcula que la localidad ha hospedado a unos 6.000 refugiados o solicitantes de asilo, de los que actualmente permanecen unos 400. Quienes quisieran entrar en el modelo de integración debían aprender una vieja profesión, por lo que se volvieron a abrir panaderías, zapateros o tapicerías que devolvieron la vida a un lugar deprimido. El proyecto ha conseguido que el pueblo cuente de nuevo con guarderías y colegios. También ha creado granjas educativas, huertas y almazaras, reactivando al pueblo con trabajo y nuevas oportunidades tanto para los lugareños como para los migrantes, además de conseguir atraer a visitantes, eruditos, artistas y personalidades del mundo de la cultura. En estos años, los antiguos habitantes de Riace han convivido sin problemas con sus nuevos vecinos, agradecidos por la bienvenida.

Artea es un pueblo de Vizcaya. En él, el Ayuntamiento destinó dos casas a la acogida de inmigrantes. Una de las casas es para las personas en tránsito. Se alojan en habitaciones dobles. Pueden tomarse su tiempo, pensar sobre su futuro sin las prisas que exige el sistema formal de acogida, ni el riesgo a quedar en la calle porque los planes de continuar viaje se truncan. La otra, para las que han elegido quedarse. Cada piso es una especie de comunidad. La idea es que se sientan cómodas, acogidas.

Las personas en tránsito cuentan con alojamiento, desayuno, comida y cena. Las que han decidido quedarse tienen su cocina y reciben la ayuda de una cesta semanal de productos del campo. Además, se les busca una alternativa laboral que les posibilita no depender de nadie. Sus hijas e hijos menores son escolarizados. Una vez a la semana se dan clases de castellano. Los viernes se hacen actividades abiertas a la comunidad. Se organizan salidas a la nieve, caminatas por el campo, visitas culturales o deportivas.

Fuentes:
https://www.elsaltodiario.com/migracion/proyecto-artea-casa-sin-llaves-ongi-etorri-
errefuxiatuak

https://www.eldiario.es/desalambre/Riace-integracion-favorecer-inmigracion-clandestina_0_820668866.html
https://www.publico.es/internacional/riace-pueblo-aplaudido-mundo-modelo-acogida-migrantes.html